Dave Burke (Ed Begley), un ex policía corrupto y jugador, tiene un plan para atracar un banco en una pequeña ciudad del estado de Nueva York. Para ello intenta reclutar a Johnny Ingram (Harry Belafonte), un cantante negro muy endeudado con un brutal mafioso (Will Kuluva) por su afición a las apuestas de turf, y Earl Slater (Robert Ryan), un ex presidiario racista desempleado que vive a costa de su novia Lorry (Shelley Winters) y que coquetea con una vecina y amiga de ella (Gloria Grahame). El atraco sale mal, Burke es abatido mientras que Johnny y Slater logran huir, pero el resentimiento existente entre ambos hace que Johnny persiga a tiros a Slater. Al llegar a un depósito de almacenamiento de combustible, el intercambio de disparos hace que todo vuele por los aires. La policía inspecciona la escena y los dos cadáveres son indistinguibles entre sí. La película termina con una toma de un letrero en la entrada del depósito que dice “Stop - Dead End“ (DERECHO NOIR)
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