* “Por envidia del demonio entró el pecado en el mundo“ (Sabiduría 2,24). El demonio nos envidia porque él, debido a su soberbia, perdió su semejanza con Dios, mientras que en nosotros esa imagen es posible y esa semejanza puede crecer. * Los ataques indirectos del demonio suceden a través de la memoria y la imaginación (fantasía). Recordándonos los daños que hemos recibido o los placeres que hemos tenido, el demonio nos empuja a pecar. Esta es su acción ordinaria, la más frecuente, y en cierto modo, la más extendida y dañina. * Ataques más directos del demonio se dan en el caso de las opresiones y las posesiones. Aunque son realidades posibles en el ser humano, no son las más frecuentes y a menudo sucede que hay más ingredientes psicológicos o emocionales que verdadero ataque inmediato del poder del mal.
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