El Rey, a la sazón uno de sus grandes acreedores, pues es el dinero de los comerciantes el que financia las guerras reales, quiere compensar su noble acción con un regalo, y le ofrece en matrimonio a su pupila Elionor. Arnau no quiere casarse, pero sabe que sería peligroso desairar al Rey. Durante la boda, Mar llora desconsolada. Y en un banco apartado de la iglesia, otra mujer, sola, llora también en silencio: es Aledis, quien acusa a Francesca, la madre de Arnau, de haberla engañado.
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