Salmos 127 | Si el Señor no edifica la casa, de nada sirve que los edificadores se esfuercen. Si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que los guardias la vigilen. 2 De nada sirve que ustedes madruguen, y que se acuesten muy tarde, si el pan que comen es pan de sufrimiento, y el Señor da el sueño a los que él ama. 3 Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa. 4 Los hijos que nos nacen en nuestra juventud son como flechas en manos de un guerrero. 5 ¡Dichoso aquél que llena su aljaba con muchas de estas flechas! No tendrá de qué avergonzarse cuando se defienda ante sus enemigos.
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