Poner imágenes a una de las mejores canciones compuestas por un inspiradísmo J.L. Abel. El resultado es abrumador, la potencia visual de los hermosos encuadres ciega la razón, la letra y la música asfixian pero no ahogan si te entregas a fondo a ellas. La peli es la de Manolo Summers, claro, para mí la primera parte comparable a los “400 golpes“, y si me apuráis, aún mejor, no pretende perdurar ni crear escuela, retrata sin falsos valores la sinrazón de una edad secuestrada, atrapada en un sentimiento que te poco a poco te va consumiendo. Casi mejor así, sin el horrendo doblaje de adultos que la época apostólico-romana impuso; las miradas adquieren así todo su límpido significado, enorme poesía callejera de un tiempo que jamás volverá. Seguimos viviendo, pero algo en nosotros ha muerto.
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