Fabián llega a la puerta de la fábrica y descubre que no hay nadie trabajando. Muy apurado, Pepe, le comunica que están todos en el sindicato, se ha convocado una reunión muy importante y se rumorea que el gobierno podría entregar las fábricas a los obreros. Don Fabián, viendo que la gente está muy revuelta y Madrid no es un lugar seguro para gente como él, deja la fábrica en manos de Rafael y, después de recoger documentos y algo de dinero, se irá con su familia al Escorial hasta que se restablezca el orde
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