En el Cementerio Central de Bogotá se practica una tradición popular desde hace cincuenta años: los ritos a los difuntos. El ambiente aislado, el chisporroteo de las velas, el arrullo de las palomas o el canto de los mariachis, hacen del Central un lugar propicio para el recogimiento, para la comunicación con el más allá y la búsqueda de una fuerza superior que traiga ayudas y beneficios a las vidas de los creyentes. Escuchar esos susurros que llaman la muerte a la vida permite percibir elementos de la vida que permanecen velados.
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