Siempre llega el enanito con sus herramientas de aflojar los odios y apretar amores. Siempre, llega el enanito, siempre oreja adentro con afán risueño de enmendar lo roto. Siempre, apartando piedras de aquí, basura de allá, haciendo labor. Siempre va esta personita feliz trocando lo sucio en oro. Siempre, llega hasta el salón principal, donde está el motor que mueve la luz. Y siempre allí hace su tarea mejor, el reparador de sueños. Siempre, llega el enanito hasta la persona, hasta todo el pueblo, hasta el universo. Siempre, llega el enanito y desde esa hora se acaba el silencio y aparece el trino. (1983)
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