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Sherry Conley (Ginger Rogers) está cumpliendo condena por un delito que no cometió de manera intencional. El fiscal Lloyd Hallett (Edward G. Robinson) le ofrece un trato: su libertad a cambio de testificar en el juicio del mafioso Benjamin Costain (Lorne Greene). Sherry y Willoughby , una funcionaria de prisión, son alojadas en un hotel con una fuerte custodia a cargo del teniente Vince Striker (Brian Keith). El mafioso Costain descubre donde se encuentra Sherry y sus matones intentan matarla pero solo hieren gravemente a Willoughby. Striker, que empieza a enamorarse de Sherry y parece ser correspondido, es un policía corrupto que es cómplice de los mafiosos de Costain y ahora debe matarla, aunque desea no hacerlo. En el momento culminante, Striker salvará a Sherry, pero a costa de su propia vida. Ante esa situación y ante la muerte de Willoughby, Sherry -hasta ese momento remisa a testificar- participará en el juicio contra Costain ()
