Dong Jingxin es predicadora de una iglesia clandestina en China. Hace treinta años que cree en el Señor y ama la verdad; suele leer las palabras del Señor, que son su impulso. Se dedica al Señor con entusiasmo. Por su labor de predicación, la policía del Gobierno comunista chino la detuvo y la envió a la cárcel, donde soportó la crueldad y la tortura. Fueron las palabras del Señor las que la guiaron para que soportara siete años de vida inhumana en la cárcel. Cuando sale, su compañera Chenguang va a verla y le lee unas palabras de Dios Todopoderoso que dan testimonio de que Dios ha aparecido y está obrando en los últimos díén le regala un ejemplar de La Palabra manifestada en carne. Tras leer bastantes palabras de Dios Todopoderoso, Dong Jingxin cree que tienen autoridad y provienen de Dios.
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