A finales del Siglo XIX, se localizó en las inmediaciones del Volcán Popocatépetl, una de las obras más representativas de la cultura azteca. La estatua, creada a partir de roca de andesita, personifica a la enigmática deidad prehispánica de nombre Xochipilli, que en este caso reposa con las piernas cruzadas sobre un asiento decorado. Originalmente pintada de rojo, la escultura ha sido datada entre los Siglos XIII y XV durante la época de expansión mexica. Xochipilli, cuyo significado es el de príncipe de las flores, era el patrono de la música, las flores, el amor, representaba la encarnación del sol del crepúsculo y la fertilidad agrícola, pero también fue considerado como protector de la homosexualidad y la prostitución masculina. En el caso de esta figura en particular, los arqueólogos han identificado que las plantas que cubren su cuerpo, son relieves de flores con propiedades psicotrópicas, como la nicotina, el ololiuhqui o la datura. A inicios de los 80s el etnobotánico y antropólogo norteamericano, Gordon Wasson afirmo que la postura del Xochipilli, con ojos dilatados apuntando hacia arriba, corresponde a un estado de éxtasis, mismo que está relacionado con el consumo de enteógenos.
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