En Alemania desaparecen desde hace años niños y adolescentes vietnamitas. Detrás se esconden traficantes de personas sin escrúpulos. Sus redes se extienden en varios continentes. Los jóvenes vietnamitas entran de forma clandestina en Alemania a través de Rusia y Europa del Este. Muchos terminan trabajando ilegalmente como esclavos para la mafia vietnamita. El reportaje cuenta su historia. “Esclavitud moderna“: así describe este fenómeno ante las cámaras un investigador de alto rango. Hacinados en furgonetas, cargados en camiones frigoríficos, de viaje durante meses, retenidos mientras tanto en almacenes o apartamentos abandonados. Los golpean, los violan, los explotan. Están muertos de miedo. Para atraerlos, los criminales les prometen a las familias en Vietnam que tendrán una vida mejor. Así llevan de Vietnam a Alemania a muchos niños y jóvenes. Berlín es uno de los centros más importantes del tráfico vietnamita de personas. El precio del viaje hacia la supuesta felicidad es de entre y dólares. Para pagar sus deudas, las víctimas deben trabajar en salones de manicura, como vendedores de cigarrillos, mulas de drogas o en plantaciones ilegales de cannabis. Los traficantes deciden cuándo se salda la deuda, de forma que sus víctimas están a su merced durante años. Es un negocio millonario. “Tráfico de personas y drogas, es la misma gente“, dice un peligroso delincuente que llevó a cientos de vietnamitas a Berlín desde Lituania, pasando por Varsovia, por encargo de la mafia vietnamita. En este road movie de investigación, los periodistas Adrian Bartocha y Jan Wiese, galardonados varias veces por sus trabajos, siguen a la mafia vietnamita por varios países europeos hasta llegar al Reino Unido. Los protagonistas son investigadores de alto nivel, testigos, víctimas y victimarios. “Niños como mercancía“ muestra en profundidad cómo funciona este tipo de tráfico de personas en Europa. Y por qué este delito es posible en Alemania y aún pasa casi desapercibido.
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