El Año Nuevo llegó a Moscú y sus alrededores con una inesperada ola de frío que hizo a sus residentes volver a glorificar la potente calefacción central, y a las autoridades locales decretar una alerta naranja. Los termómetros marcan más de 20 grados bajo cero de día y la noche del miércoles al jueves las temperaturas bajaron hasta -27 °C.
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