Todos en algún momento hemos dicho: “Señor, voy a dejar ese pecado”, o, “voy a dar el paso que has estado esperando que dé”. Sin embargo el tiempo pasa y meses más tarde ¡nos damos cuenta que no hemos dejado de hacer lo que dijimos que no haríamos, y que no hemos empezado a hacer lo que prometimos que haríamos! Somos la sociedad de los infieles. Todos nosotros. Y el corazón del Señor está acribillado con las balas de la infidelidad. Él sufre profundamente con nuestra desobediencia. Entonces, ¿Qué tenemos qué hacer para agradarle a Dios?¿Más tiempo de oración?, ¿Más santidad? No necesariamente. Para agradar a Dios, sólo debemos recordar las palabras de Miqueas: “El Señor quiere que caminemos con Él”.
Hide player controls
Hide resume playing