La administración del expresidente estadounidense George Bush hizo más de 900 declaraciones falsas sobre Irak intentando justificar los crímenes realizados durante su invasión al país. La postura de Washington también fue apoyada por el Reino Unido y España. Finalmente, tras años de torturas, masacres y vejaciones, Occidente se vio obligado a admitir que estaba equivocado.
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