'BARRIONALISTAS' está escrito por Ricardo Romero y Antonio Mejías. Producido por Richie la Nuit. Violín compuesto e interpretado por El Hombre viento. Scratch por Martin Plan B. Dirigido por El Hombre viento. Rodado durante el mes de marzo en Tendetes/Marxalenes. Tan solo son rutinas, vidas cruzadas. En este mundo en ruinas, lleno de gestos, de miradas. Vecinas, vecinos, la caña del domingo y José Fina dejándose la pensión al bingo. El hijo del madero es un perdido, cincuenta kilos, tez amarillenta. Y se ha comprometido con la hija del tendero y la lleva en moto a casa. El gramo a cincuenta. Miradas hambrientas, el yonqui de los ochenta, el gorrilla, el tonto del runner. La dependienta, recientemente despedida. Un jefe ingrato. No tenía contrato. Nada de Sindicatos en la tienda de zapatos. El vendedor de cupones, la loca de los gatos. Los ojos como platos, la realidad agobia. Y el moderno del barrio va de aliado y le pega a la novia. Fluctúan las historias y así sin darnos cuenta, la vida pasa. El barrio y su memoria. Y el chico del taller es gay y no lo ha dicho en casa. Con sus manos llenas de grasa oculta su pluma. “Yo no quiero un sarasa” grita su padre echando espuma, “La culpa es de tu madre, esa dejada”. Luego se va de putas y lo cuenta en el bar entre risotadas. Es el cuento de la criada, sólo nos queda la protesta. Vidas desperdiciadas, demasiadas. Porque la realidad social no es como la ves en La Sexta. Y esa muchacha sufre bullying porque está gorda y otro operario ha perecido currando en la obra. No queremos las sobras, ni pequeños destellos, queremos todo lo que es bello. El barrio, su gente, las miserias cotidianas. A veces lo amas y otras lo detestas. Repican las campanas. Vamos a pegarle fuego a la casa de apuestas. No te pongas el disfraz, no te vamos a aceptar. No vengas a hacer turismo. Lárgate con tu puto paternalismo. El barrio donde naces marca tu futuro. Ser carne de cañón o vivir sin miedos, sin apuros. Unos saltando muros, otros puertas abiertas pero si fracasas te dirán que no te esfuerzas. Así niegan el conflicto, compa. Pero tu bolsillo y tu realidad, son otras. Aunque ya no veas yonquis en las esquinas, están el casas de apuestas, la nueva heroína. Y la vecina con gafas de sol, ocultando su vergüenza y su terror. El mismo que escuchabas con gritos desde el balcón y siempre evitabas subiendo el televisor. Pero al final otra vida se apaga y entre los vecinos ahora agacháis la mirada. Pero ante los medios, nadie sospechaba. “Parecían felices”, dice, “siempre saludaban”. Que todos somos muy tolerantes, abiertos, con pleno talante. Pero al niño lo apuntamos a la concertada para que no comparta plaza con los inmigrantes. Maldita educación que recibimos, que prioriza al individuo sobre el colectivo. Que nos prepara para ser una mísera parte de sus negocios, de su cadena de montaje. Así es el barrio donde yo nací. Precariedad, sí, y paro juvenil. Pero no somos un circo para entreteneros. Largo de aquí, Hermano Mayor y Callejeros. Que entre contradicciones y ruina también tenemos orgullo de clase y empatía. Y algún día tomaremos lo que es nuestro. Ni paz entre clases ni guerra entre pueblos. El barrio, su gente, las miserias cotidianas. A veces lo amas y otras lo detestas. Repican las campanas. Vamos a pegarle fuego a la casa de apuestas. No te pongas el disfraz, no te vamos a aceptar. No vengas a hacer turismo. Lárgate con tu puto paternalismo.
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