Antonio Vivaldi vivió los años de transición del siglo XVII al siglo XVIII, es decir, el final del llamado periodo barroco de la música. En ese momento el legado histórico de la música europea era trascendental, pues había emergido de las primitivas formas del Medievo a la ejecución de varias melodías al mismo tiempo en la polifonía, estilo que diferenciaría a la música occidental de la del resto del mundo. Otra forma de lograr el contraste fue la de tocar un tema en su primera aparición dentro de una dinámica fuerte y luego repetir el mismo ahora de forma suave como un eco. Este efecto también se lograría utilizando el recurso de la acumulación de instrumentos, separando dentro de la orquesta de cámara a un pequeño grupo instrumental (concertino) del resto de la orquesta (ripieno o tutti), interviniendo primero toda la orquesta y luego solamente el concertino, logrando así el efecto sonoro contrastante. En consecuencia, se originaba la forma musical conocida como concerto grosso, que a su vez originaría la forma conocida simplemente como concierto, en donde el solista demuestra sus habilidades técnicas, enfrentando con su instrumento a toda la masa orquestal. En el concierto barroco son marcados los contrastes: en tempo (velocidad), la exposición temática en forma de eco y la lograda por la oposición de un instrumento en contra de toda una orquesta. Este reciente estilo musical tendría que adherirse a uno de los conceptos de la estética aristotélica que dominaba en la época; la imitación de la naturaleza. Antonio Vivaldi escribió cerca de 500 conciertos para diversos instrumentos, 220 de ellos dedicados al violín, instrumento del cual Antonio era un virtuoso. Cuatro de estos conciertos, pertenecientes a Il cimento dell'armonia e dell'inventione y reunidos en el Op. 8 (1725) escritos para violín solista, orquesta de cuerdas y clavecín, son los que se conocen con el nombre de Las cuatro estaciones. En estos cuatro conciertos se encuentran ejemplificadas todas las características anteriormente descritas del concierto barroco. Se trata de obras musicales únicamente para ser escuchadas; bien definidos los contrastes de tiempo, pues cada concierto está dividido en tres partes: tempo rápido-lento-rápido; el elemento dinámico contrastante está cubierto por el efecto del eco; se tiene a un virtuoso solista que, acompañado solamente por el ''basso'' continuo, enfrenta a toda la orquesta y, por último, se cumple con la justificación artística de imitación de la naturaleza, buen pretexto para escribir una obra maestra. [editar]Primavera (Concierto nº 1 en mi mayor, RV. 269) La primavera es uno de los conciertos solistas para violín que forman parte del II cimento dell´armonía e dell´invenzione (Ensayo de la armonía y la invención). Esta obra, publicada en 1726, está dividida en dos libros, cada uno de ellos con seis conciertos. Vivaldi introdujo en la partitura explicaciones escritas de aquello que describe mediante la música: “el canto de los pájaros, los truenos...“ Esta obra está compuesta para violín solista y orquesta barroca de cuerda: violines, violas y lo que llamamos el bajo continuo (línea de bajo que se extiende a lo largo de toda la pieza), formado por violonchelos, contrabajos y clavicémbalo. A pesar de que temporalmente se sitúa la obra en el barroco, la técnica y complejidad de la misma, así como la actitud de la música sitúan la obra en la corriente neoclásica. Consta de tres movimientos: 1.º: Allegro, 2º.: Largo, 3.º: Allegro. Uno de los recursos compositivos de Vivaldi es la repetición de un estribillo, llamado ritornello. A continuación se presentan los tres movimientos de “La primavera“. Primer movimiento: Allegro Con un sonriente tema de tres compases, la orquesta anuncia la llegada de la primavera. Eco de este tema. Aparición del solista acompañado por un par de violines que imitan el canto de los pájaros. Luego, ondulantes figuras de dobles corcheas describen el agua brotando libremente de una fuente. Súbita aparición del solista sugiriendo una tormenta, nuevas exposiciones del tema con eco y fin del movimiento. Segundo movimiento: Largo Sobre el verde campo y a la sombra de un frondoso árbol un pastor de cabras duerme una placentera siesta y, cerca de él, su perro ladra. En este movimiento la formula rítmica está a cargo de los violines, el ladrido del perro es remedado por la viola con dos notas repetidas: . Ausencia de voces graves. Tercer movimiento: Allegro (Danza pastoril) En el campo y bajo el cielo azul pastores y ninfas danzan gozosos por la llegada de la primavera. Musicalmente la escena se desarrolla sobre un compás de 12/8, con figuras rítmicas iguales para todas las cuerdas.
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