Musica: Miguel Roberto Abrodos Testo: Eugenio Majul Te debía este vals y aquí lo tienes Tan simple como el mundo de tus horas, Un pequeño regalo que no quiere Más que darte las gracias de esta forma. ¡Oh, no llores!, Si el vals tomó tu nombre Fue al fin porque eres buena y tolerante, Como nadie entendiste mis dolores Y creíste en mis sueños como nadie. ¡Hermana! ¡Hermana! ¡Qué atrás quedó la niñez! El viejo rancho que amabas (la vieja casa que amabas) Y el río largo ante él. (y yo jamás olvidé) Tu pelo y el mío Prometen un gris, ¡Acaso el otoño Ya esté por aquí! ¡Hermana! ¡Hermana! Rondita tibia y cordial, Abre las manos y guarda La rosa azul de este vals. Sin embargo, hay un cargo que me abrasa Pues nunca penetré en tus inquietudes, Y no fui, alguna vez, la voz que ansiabas Si un pesar te envolvía entre las nubes. Mas, con todo, jamás oí tus quejas Y siempre tus desvelos me auxiliaron, En las noches inciertas de la espera Cuando todo encendía el desencanto.
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