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Batalla de Clavijo

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BATALLA DE CLAVIJO (La Rioja), 23 de mayo del año 844. Clavijo, batalla legendaria, sin embargo ejerció gran influencia en la historia de España. FUE ALLÍ DONDE EL APÓSTOL SANTIAGO SE APARECIÓ, ARMADO, PARA AYUDAR A LOS CRISTIANOS EN SU LUCHA. Lo que sabemos de Clavijo procede de un documento del siglo XII. En él, un canónigo de la catedral de Santiago, Pedro Marcio, dice copiar otro documento del siglo IX. Y en las primeras historias de la Reconquista —las de los obispos Lucas de Tuy y Jiménez de Rada, ambas del siglo XIII— se otorga a la batalla de Clavijo un valor esencial. Los sarracenos habían impuesto a los asturianos un tributo, la entrega anual a Córdoba de cien doncellas. Este tributo se remontaría al año 738, cuando Mauregato lo aceptó. En el año 844 Ramiro I de Asturias se negó a seguir acatando el deshonroso tributo. Con su estandarte de la cruz roja sobre fondo blanco, convocó a los hombres de su reino y formó un ejército con el que se enfrentó a los musulmanes en Albelda (La Rioja). A la cabeza del ejército moro se hallaba el propio emir, Abderramán II, con un innumerable ejército. Los cristianos fueron derrotados y los supervivientes se refugiaron en Clavijo, a 17 km. de Logroño, donde quedaron acorralados. Pero esa noche Ramiro tuvo una visión, que él mismo contó, según el documento de Pedro Marcio, que Alfonso X el Sabio reproducirá en su “Primera Crónica General”: «Y estando yo durmiendo, se dignó aparecérseme el bienaventurado Santiago, protector de los españoles. El bienaventurado apóstol me dijo: “¿Acaso no sabías que Jesucristo, distribuyendo las otras provincias del mundo a los otros apóstoles, confió por suerte a mi tutela toda España? Ten valor, pues yo he de venir en tu ayuda y mañana vencerás a esa gran muchedumbre de enemigos. Me veréis vestido de blanco, sobre un caballo blanco, llevando en la mano un estandarte blanco”. Dicho esto, desapareció de mi presencia». El rey contó a sus hombres que el Apóstol batallaría junto a ellos, y eso les devolvió la moral. Al alba, las tropas cristianas atacaron sin temor. Ya iniciado el combate, surgió entre sus filas un jinete, resplandeciente sobre un gran caballo blanco y blandiendo una espada de plata. «A su vista se animaron los cristianos y se amedrentaron tanto los infieles que huyeron desordenados». Las crónicas de la época, tanto astur-leonesas como musulmanas, no hacen referencia a Clavijo. Todas las menciones son muy posteriores. Sin embargo, las fuentes astur-leonesas cuentan que Ordoño I, el hijo de Ramiro, cercó la ciudad de Albelda y estableció su base en el Monte Laturce, es decir, el mismo lugar donde la leyenda sitúa la batalla de Clavijo. En Albelda hubo, en efecto, una batalla o, más precisamente, dos, una en 852 y otra en 859. Pero el rey cristiano de aquellas batallas no era Ramiro, sino su hijo Ordoño, y el jefe moro no era Abderramán II, sino Musa II, de los Banu-Qasi. La primera batalla la ganaron los musulmanes, exactamente como, según la leyenda de Clavijo, le ocurrió a Ramiro I cuando llegó a La Rioja. Pero la segunda la ganaron los cristianos, también como le ocurrió a Ramiro. Lo que la leyenda condensa en 24 horas de Ramiro I, pudo ser en realidad un lapso de 7 años en la ofensiva reconquistadora de su hijo Ordoño. El Reino de Asturias estaba encajonado en las montañas. Al Sur, el Duero configuraba un amplio espacio libre. El castillo de Albelda jugaba un papel decisivo: Desde sus torres se controlaban todos los caminos que unían el Este con el Oeste y el Norte con el Sur. Ordoño sabía que no podría descender hacia el Duero mientras la fortaleza de Albelda estuviera en manos de los Banu-Qasi. En 852 había intentado suprimir el obstáculo, pero Musa resistió. En 859 Ordoño atacó Albelda de nuevo. El enfrentamiento con Musa tuvo lugar en el Monte Laturce, también llamado collado de Clavijo. La victoria cristiana fue completa. La fortaleza mora de Albelda desapareció, los colonos pudieron bajar sin peligro hacia el Sur. Y el poder de Musa se desmoronó. La batalla de Albelda fue decisiva para la Reconquista: Tras ella la repoblación recibió un impulso imposible hasta este momento. Y, con ello, nacería Castilla. La batalla de Clavijo es, pues, probablemente, deformación legendaria de dos batallas reales: las que libró Ordoño, hijo de Ramiro, en torno a Albelda y el Monte Laturce, precisamente en el collado de Clavijo. No es extraño que estos episodios se convirtieran en el mito de Clavijo. La influencia del relato de lo ocurrido en Clavijo fue tan grande en la Península que, en pocos años, se multiplicaron las intervenciones de Santiago Apóstol en batallas contra los musulmanes, impregnando el espíritu de la Reconquista y ayudando a formar la identidad nacional. Y también constituyó una de las claves para el movimiento jacobeo, convirtiendo a Santiago de Compostela en uno de los lugares de peregrinación por excelencia de los cristianos, al mismo nivel que Jerusalén y Roma. [Locución: José Javier Esparza]

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